Café Colombiano
La noche anterior Hellen había llegado a estacionar a Vanessa (su camioneta) en las afueras de un supermercado. Estaba cansada y al día siguiente debía conseguir suministros para desayunar. Pasan unas cuantas y el sol aparece, pero Hellen termina levantándose hasta tarde, eran casi las 11 del día y por fin le había dado algo de hambre. Se levanta y después de unos 20 minutos sale de ahí en una condición decente, toma sus bolsas ecológicas, su cartera y pone la alarma de Vanessa. Ya estando afuera se da cuenta que olvidó quitarse la pijama, pero no le da importancia y sigue su camino. Entra al supermercado buscando que es lo primero en la lista, parece que debe comprar más café. Camina en pantuflas hasta el pasillo de las bebidas en polvo y se queda a decidir un rato entre precios.
- La vez pasada me llevé éste de canela y piloncillo -habla para si misma- creo que hoy probaré el famoso café colombiano -se queda viendo los precios un momento- pero será la versión barata.
Echa el frasco al carrito y continua con su camino. Al cabo de unos 40 minutos termina de tachar todo en su lista y agregar varias cosas que probablemente no necesitaba. Se forma para pagar en caja, mete sus compras en las bolsas y se retira feliz a su Van. Quita la alarma y abre la puerta, deja todo en la barra. Saca el café, la azúcar y su huevito de chocolate sorpresa. Preparada para disfrutar su delicioso almuerzo, toma un sorbo a su café caliente, lo saborea y unos segundos más tarde hay una expresión de disgusto en su rostro. Toma el frasco y comienza a leerlo, justo al final tiene un detalle escrito en letras pequeñas: "Si no quedas satisfecho con este producto, preséntalo en el departamento de Servicio al Cliente de la tienda donde lo adquiriste y se te hará el cambio o la devolución de tu dinero".
Hellen se levanta, toma el frasco de café, el ticket y sale al supermercado de nuevo. Entra y llega a buscar el servicio al cliente quejándose de que ese café sabe muy mal y quiere la devolución de su dinero, muestra el ticket de la compra de hace unos minutos. El departamento está confundido y Hellen termina mostrando el reverso del frasco. Llaman a la gerente y para no ocasionar más problemas le devuelven su dinero. Hellen pasa a comprar la misma marca de siempre y se retira de ahí. Vuelve a su cocina y el café ya está frío, va al fregadero y al momento de tirarlo se da cuenta que el frasco de la pimienta está abierto. Comienza a hacer recopilación de todo lo sucedido en la mañana, y recuerda que al final le echó pimienta a su taza y café a sus huevos revueltos.